domingo, 11 de mayo de 2008

Mirando

Y fue
Sergio Pérez Portilla

La verja de la casa de los abuelos nunca estaba cerrada. El portón metálico y frío de mi casa en la ciudad sí. Allá, en la casa de los abuelos, cuando caía la tarde, se reunían a charlar los vecinos, a tejer las mujeres, a jugar los niños. Acá, en mi casa, todo el día debe mi puerta permanecer cerrada, y cuando oscurece debo tener más desconfianza.
El camino a la casa de mis abuelos no es la vieja rodada que toma a la derecha en el olmedo, después de pasar la piedra grande. El camino a la casa de mis abuelos es el recuerdo que se hace vida, no la vida que se hace recuerdo. Porque no avanza el camino, avanzamos los caminantes. Porque el pasado que se hace presente sin hacerse maestro es tierra estéril. Algún día mi casa será llamada casa de los abuelos, y sólo espero que nadie la añore como hoy hago yo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es hermoso todo lo que escribes, gracias a Dios que hay personas como tú que transmiten esa forma de ver la vida, tus canciones tambien son muy bonitas y mas aún la forma de interpretarlas. Gracias por escribir y por existir.

Sergio dijo...

Tus palabras han sido un abrazo muy fuerte, y eso no puede compararse ni cambiarse con/por nada. ¡Muchas gracias, Lorena! No dejes de visitarme y de comentar.