lunes, 31 de diciembre de 2007

Un año que termina

Otro artículo aparecido en la página Concilio del Seminario Arquidiocesano de Xalapa en el Diario de Xalapa. La fecha de publicación fue 30 de diciembre de 2007.


Y próspero…
Sergio Pérez Portilla

Nunca en todo el año los relojes acaparan tanto las miradas como en esta noche. Nunca la cuenta regresiva conjunta tantas sonrisas. Es el fin y el principio. Es lo viejo que le da paso a lo nuevo. Es el segundo fénix, el minuto fénix y la hora cero, la verdadera hora cero. Todas las demás serán cero relativamente, esta es cero absolutamente… en este periodo (¿¡!?). Es el Año viejo, es el Año nuevo.
A veces los acontecimientos relevantes tienen mucho que ver con la ubicación, con el lugar preciso, pero la historia también tiene tiempo, y el acontecimiento del Año nuevo se basa en el momento que siendo presente trascurre dejando atrás la esperanza y abriendo la puerta a esta novedosa realidad. El tiempo es el que tiene el reflector y las marquesinas su nombre.
Existe nostalgia por los que ya no estarán en el siguiente año con nosotros, un poco de incertidumbre no puede faltar, pero lo que reina es la alegría, ¡son las fiestas de fin de año! Y fiesta siempre es sinónimo de alegría, de jovialidad. Toda fiesta necesita de grupos que celebren, de personas reunidas con este motivo, con la intención de compartir. Muchas familias aprovechan estos días para ver a los suyos más alejados, a los que menos han visto, o simplemente a los que casi siempre ven pero que nunca estar con ellos será suficiente.
Los mensajes serán los de esperanza y los de buenos deseos; los propósitos claro que no pueden faltar; las uvas con las campanadas presentes estarán, sidra o vino. Por supuesto que no debemos olvidar a las familias que dormirán temprano y quizá se levanten a la medianoche sólo a compartir los abrazos con sus vecinos o entre ellos mismos, pero la cena no tendrá nada de especial porque no hay para comprar de más. Esto no debe entristecernos, sino motivarnos a velar por ellos, por los más desprotegidos pero a la vez predilectos del Señor.
Las fiestas decembrinas se visten del único frío que arropa, de la neblina tan de nosotros, tan de nuestras calles. El año que fenece otorga su lugar al que va naciendo, al que a partir del primer día de enero empezará a crecer, trayendo para todos nuevas vivencias, nuevos gustos, nuevas esperanzas. Y nunca en todo este año los relojes acapararán tanto las miradas ni una cuenta regresiva conjuntará tantas sonrisas como el último día, como sucederá en este 2007 que acaba. ¡Feliz año, feliz y próspero Año nuevo!

jueves, 27 de diciembre de 2007

Un canto más...

Pongo el reproductor nuevamente en la primera hoja, pues ya he subido un canto más, este a María, y me gustaría que lo escucharan.
Por cierto, en una parte se escucha "ishá bethel". Es hebreo y significa "mujer casa de Dios".






Elegida de Dios
Sergio Pérez Portilla
Puerta del Cielo, arca de la alianza,
llena de gracia, estrella del alba.
Hija del Padre, madre del Hijo,
esposa del Santo, del Santo Espíritu.

Mujer vestida de sol,
con la luna a tus pies,
elegida de Dios, ishá bethel,
ishá bethel.

¡Es mi aniversario!


Comparto una pequeña parte de mi vida.
Hace 11 años, el fin de semana que empezó un día como hoy, 27 de diciembre, tuve una experiencia que marcó y cambió mi vida. Era el año 1996 –¡cómo pasa el tiempo!–, y fui invitado a un encuentro, un retiro que se llama Fe y conversión. La cita era a las 4 de la tarde, llegué un poco antes para confirmar la inscripción y por lo que hiciera falta. Me encontré con un par de amigos que también vivirían el fin de semana. Recuerdo que llegué, puesto que ya había vivido un retiro el año anterior (también en diciembre), con una actitud negativa, pensando que ya todo lo sabía, pero poco a poco fui cediendo a la realidad de lo nuevo, de aquello que hace plantearse preguntas y buscar infatigablemente las respuestas, aquello que mueve.
Éramos pocos los participantes debido a la fecha misma, pero verdaderamente resultó ser una vivencia como pocas: charlas que alguna vez devenían diálogos, dinámicas individuales y grupales, cantos, risas, oración, verdadera oración. En realidad marcó y cambió mi vida porque después de vivirlo comencé a participar en diferentes actividades dentro del grupo –Escuela de evangelización de Catedral, por cierto–, actividades propias de un grupo de Iglesia, pero también actividades propias de compañeros y amigos.
Empecé a crecer en este grupo, empezó a madurar mi fe, y aunque aún falta mucho, sé que en realidad falta lo justo. Mientras esté aquí, siempre faltará muchísimo, pero no implica que sea algo desproporcionado a las fuerzas que nos son otorgadas de lo alto.
Aquel fin de semana, el domingo después de regresar del encuentro juvenil, me sentía motivado. Algo comenzó a crecer en mi interior, un algo que era como una chispa que después, y poco a poco, se hizo como una pequeña fogata.
Han pasado once años, la fogata a veces ha estado a punto de apagarse porque el sereno de la noche oscura la ha amenazado, pero siempre ha vuelto a salir el sol, ha secado los troncos y los ha hecho nuevamente aptos para encender con más vigor, con el vigor suficiente para aguantar otra noche y dos noches más.
Esto es sólo una vista panorámica, la vivencia sobrepasa el papel, la experiencia desborda la memoria. Escribo sólo para compartir las maravillas del Padre en este hijo suyo.
Bendito sea Dios por este camino que me ha regalado.


Sergio Pérez Portilla

martes, 25 de diciembre de 2007

Por y para Navidad


El misterio de la Encarnación
Sergio Pérez Portilla

El Verbo de Dios se ha hecho hombre, y de este acontecimiento surge la prueba del amor del Creador por sus criaturas. Legalmente, toda trasgresión a la ley es causa de un castigo, y esto es justicia. Con Dios es diferente. La justicia divina empieza con este presupuesto: Dios, justo juez de vivos y muertos, no da a cada quien lo que merece según un catálogo de penas acordes con una lista de pecados, por el contrario, él da a cada uno lo que necesita.
El hombre que ha trasgredido la ley divina es llamado pecador, pero es justo distinguir dichos términos. Por ley divina entendemos en primer lugar la voluntad eterna del Padre de que seamos verdaderamente felices, atendiendo a nuestra naturaleza, querida y creada por él mismo. En esta naturaleza hay un cierto orden que debe ser respetado para poder ser llamados hombres (y mujeres, por supuesto) y más aún, hijos de Dios. No es exclusivamente una naturaleza biológica, también es psicológica y espiritual. Es decir, no sólo se debe responder al instinto, sino razonar y encauzar aquellos sentimientos que nos rodean y nos llenan, a la vez que decidir por lo que realiza al hombre en su integridad de relación con los demás, con el mundo y con Dios.
Por otra parte está el pecado. Pecado es un término que ha adquirido connotaciones ultraconservadoras. Se prefiere omitir lo más posible la palabra misma para no incomodar a los interlocutores en cualquier foro, so pena de parecer retrógrado, o “mocho”, como se dice en nuestra tierra. Pecar es romper la relación con Dios, con los hermanos y con el mundo en el que se vive. Sin querer ser relativistas, pecar es perder el equilibrio, el orden, con el que empezó toda la creación. Pecado es caos y confusión, ¿suena esto conocido en nuestros días? No podemos ignorar nuestra historia.
Desde lo anterior retomamos nuestro punto de partida. Si el hombre ha pecado sería justo, legalmente, que pagara su culpa. Para Dios, el hombre pecador necesita más de lo que debe, por lo que ha decidido enviar a su hijo para rescatarlo y, de esta manera, mostrar y demostrar su amor.
El Hijo de Dios se ha hecho hombre para ofrecerle al hombre ser hijo de Dios. Este es el misterio de la Encarnación, y misterio no significa que hablemos de algo inalcanzable, sino sólo inabarcable.
Que la paz verdadera, la que únicamente se vive a los pies del niño que se encuentra en el pesebre de Belén, Jesús hijo de María y de José, y a la vez hijo de Dios, inunde las vidas de todos los que a él se acercan para adorarlo.

viernes, 21 de diciembre de 2007

Diciembre 21

Breve como los anteriores. Este ya cumplió unos 3 años y estaba esperando ser leído.

Depende
Sergio Pérez Portilla

Estuvo a punto de besar sus labios, pero la prudencia le aconsejó que no lo hiciera. Entonces, sólo la miró a los ojos, tomó sus manos y después la abrazó. Ambos sonrieron, porque ambos sabían qué significaba ese momento, ¿tú lo sabes?

jueves, 20 de diciembre de 2007

Cortos, cortos...

Plástico
Sergio Pérez Portilla

Sigues ahí, impávido, inmóvil, sonriente. Parece que no ha pasado nada. O parece que fue tanto lo que pasó que es inútil hacer algo. Tus ojos no se distraen, no parpadeas, y tu mano en tu pecho, tu mano en tu pecho. Hace más de 8 años que no cambias, ¿es que no intentarás nada? ¡Tenías que ser de plástico!





Esto y más…
Sergio Pérez Portilla

¡Qué riqueza tan grande contar con un amigo sincero!
Es fuente de sonrisas y estación de confidencias; es invierno sin frío y fruto y semilla.
Es recuerdo invaluable y vivencia eterna; es cristal de la verdad y espejo de la vida.
¡Qué alegría tan grande contar contigo, amigo sincero!

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Acerca de la ética periodística

Este escrito apareció en la página Concilio, del Seminario arquidiocesano de Xalapa. Dicha página se publica todos los domingos, y este texto corresponde al domingo 2 de diciembre de 2007.

Ética en la comunicación
Sergio Pérez Portilla

Desde el principio de los tiempos ha existido en la humanidad el deseo y la necesidad imperiosa de comunicarse. Aristóteles veía en el hombre un zoón politikón, es decir, un animal social, un ser relacionable. John Locke decía que los hombres somos sociales no por casualidad, sino porque Dios así nos creó, con la capacidad, disposición y necesidad de relacionarnos, principalmente mediante el lenguaje. Para Ludwig Wittgenstein, dentro del proceso de la semiótica lingüística, o filosofía del lenguaje, debe darse una especial atención a la parte pragmática, sin olvidar la sintáctica ni la semántica. Es decir, se requiere hacer un relieve en el aspecto que enlaza al signo lingüístico con el usuario, que a la vez recae en la relación usuario-usuario. La historia de las culturas nos remite siempre a una tradición que parte de lo oral y lleva a lo escrito, pasando a veces siglos enteros entre lo uno y lo otro, más cuando la redacción final ha sido constituida por diversos fragmentos. El punto es que el hombre tiene necesidad de salir de sí y dar y darse a los otros: dar lo que sabe y darse en lo que es.
La redacción periodística, en todos sus ámbitos –noticia, crónica, reportaje, entrevista, artículo–, es una respuesta clara e inequívoca a lo anteriormente mencionado. Pero es necesario aclarar que la información realmente es tal cuando está enmarcada con la verdad. Debe existir, por tanto, un criterio que ayude a discernir la buena de la mala comunicación, un criterio basado en la verdad. De esto trata la ética periodística.
Por ética entendemos esa reflexión que fundamenta la teoría que, a su vez, sustenta toda práctica o moral. Si bien comúnmente hablamos de ética o moral como si fueran lo mismo, la ética asiste más al concurso especulativo y la moral al activo, mas no significa esto que la ética no sea praxis, ni la moral intellectus. Desde alguna perspectiva sí podemos identificarlas mutuamente.
Ya hemos dicho que como fundamento de la ética está la verdad. Esta verdad se refiere en primer lugar a una coherencia entre lo que está pasando o pasó y lo que se dice. También, en otro momento, es una coherencia entre lo que el comunicador dice y lo que realmente piensa. Pero como todo escrito periodístico es una interpretación de los hechos, entonces debe existir otra verdad, otra coherencia, pues no basta decir lo que es como es, ni escribir únicamente lo que en realidad se piensa. Si se debe emitir un juicio, entonces este juicio debe ser desde los valores que hacen al hombre ser tal: justicia, serenidad, tolerancia, diálogo, respeto, opción, apertura, prudencia y objetividad ubicada. Ninguno de éstos limita la actividad del periodista, por el contrario, la hace creíble, confiable, sustentable, veraz, viable.
La ética periodística es camino y respuesta. Camino porque quien de verdad quiere comunicar las ideas y sus ideas a los demás, debe hacerlo desde esta perspectiva: necesitamos comunicarnos en la verdad. Es respuesta porque resulta un modo de satisfacción a la necesidad de relacionarse, de comunicarse, de salir de sí mismo. ¿Necesita el periodismo una ética? Esto no es sino una pregunta retórica.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Pues nada, que aquí están otro texto y un mini

Este escrito tiene un final alternativo que propondremos más adelante. Después de leerlo, seguramente más de uno imaginará cómo podría ser diferente. Por lo mientras compartamos este momento.


El Parque
Sergio Pérez Portilla

Tomo del perchero mi gabardina y mi boina, y ayudándome de mi bastón, sin pretextos ni rodeos, salgo a caminar. Sé a dónde voy, pero me engaño en el camino, como queriendo convencerme de que no soy capaz de llegar, capaz de creer. Cada paso me aleja de mi hogar y me acerca al viejo parque. El sol de hoy es tímido, unas veces es como un niño regañado y otras como un león rugiendo, pero hoy es tímido. Doy la vuelta y empiezo a escuchar las risas de los hijos, los gritos de los padres, el agua de la fuente… No quiero atreverme, pero me conozco, sé que no me engañé, sé que sí soy capaz de llegar y de creer. Al fin logro divisar los árboles, los más grandes y viejos. Luego está la fuente que ya había escuchado, y después las bancas. No busco, sé cuál es la que me espera, sé cuál es la que me espera como siempre.
Dudo. No sé si deba sentarme, o simplemente quedarme ahí junto a ella, parado. Al fin, mis piernas me convencen de la primera opción. Lo hago y coloco el bastón a un lado, pero al momento lo tomo. Sé que es el nerviosismo, así que lo vuelvo a dejar. No quiero ver la hora, pues el tiempo es el más grande mentiroso: puede por fuera y para los demás correr con celeridad, pero por dentro es tan lento que mata poco a poco, y hoy no quiero morir. Veo a mi izquierda y a mi derecha pausada pero incesantemente, discreta pero tajantemente. Nadie va a venir hoy tampoco.
No sé en realidad cuánto ha pasado, pero el sol ya no está sobre nosotros, más bien se aleja y se lleva su luz, así que decido regresar. En el camino, una gota toca mi brazo y una más acaricia mi mejilla. Ahora llueve. Llueve, pero no me importa, siempre me ha gustado sentir cómo encuentran descanso las gotas en mí después de haber andado distancias tan largas. El camino parece el mismo, pero no lo es, porque ahora cada paso que doy me acerca a mi hogar y me aleja del parque, del viejo parque donde nadie llegó.






Y aquí está el de los pequeños:


De vuelta

Sergio Pérez Portilla
Al acercarse tu ocaso volteo hacia arriba y veo cómo la tarde muere contigo. Cuando llorabas el día lo hacía contigo. Hoy feneces y te llevas toda luz. ¡Oh, hermano, hermano pero no de carne! ¡Oh, amigo, amigo de verdad! ¿Vendrás con el alba?


sábado, 15 de diciembre de 2007

Otro escrito breve

Ya pondré después algo sobre filosofía o teología. Por el momento sigo con este tipo de textos.
Un momento
Sergio Pérez Portilla

Vengo escribiendo una crónica desde hace un par de días. En ella, he contado cómo hemos vivido, y cómo hemos dejado de vivir. No pretendo difundir la historia de la estrella fugaz que se me fue entre los cielos nocturnos, ni de la aurora que poco a poco se difuminó y se perdió entre las risas y los reclamos. Hace tiempo que trato de olvidarte, incluso cuando has estado conmigo, porque sé que si así lo hago, cuando te vayas me será más fácil levantarme, y no creo ser egoísta, pues es algo que tú me enseñaste: ser independiente. Si te amo es mi responsabilidad, si me amas o si no, eso ya no me corresponde. Pero nunca he sabido cuándo dejo de ser yo y cuándo dejas de ser tú, y empezamos a ser nosotros. Si camino a tu lado y no voy sólo pensando en hoy, y veo en tus ojos las ganas y siento en mis manos la necesidad de buscarte debajo de mis sueños, ¿acaso no busco encontrarnos en un tiempo perdurable? Yo no creo lo que tú dices, yo sé que hay mucho más. No se te olvide que no estamos hechos para la soledad, por más que te seduzca la idea y por más que te convenza el silencio.

No has querido entregarte porque tienes miedo. Y si este es el momento, debo decirte que nunca me he sentido más lejos de ti. El miedo a amar te ha condicionado. Si sabes amar, y sabes que ahí está la felicidad, ¿por qué no amas?

En mi crónica no separé días de horas. Mi crónica resultó ser un solo momento.

viernes, 14 de diciembre de 2007

Van dos cantos: Todo está en ti y Cosas que quiero saber

Estos son dos cantos que escribí en el 2006, si no me equivoco. En el reproductor aparece que el título del disco es "macropodo", en realidad se llamará "Todo y nada", pero no puedo cambiárselo desde poderato, así que estará de esa manera durante un tiempo.





TODO ESTÁ EN TI

L. y M. Sergio Pérez Portilla
Todo lo que quiero
y lo que necesito,
el único deseo de mi corazón está en ti.



Mi mayor anhelo
y mi bendición,
mi único consuelo y mi refugio están en ti.



Todo está en ti: ¡libertad sin miedos!
Todo está en ti, Señor.
Todo está en ti: ¡dicha y sustento!
Todo está en ti, está en ti.





COSAS QUE QUIERO SABER
L. y M. Sergio Pérez Portilla
Capo en el 2do. traste, Bm
//Am Em7/B C F G//
Am Em7/B C F G
Cuando comienza el día, el ave que trina fuera de mi hogar
Am Em7/B C F G
me dice que la noche oscura perdió la batalla una vez más
F G C Am
contra el sol y su luz, su calor, sabes tú
Bb G
que son cosas que quiero saber.
Am Em7/B C F G
Cuando percibo en mi rostro una caricia que no tiene igual,
Am Em7/B C F G
entiendo que la suave brisa pasa aprisa pero me da
F G C Am
Un minuto de sí, un aroma de ti,
Bb G
y son cosas que quiero saber.
F G C Am
Saber que estás junto a mí, saber que contigo vencí
Bb G
a la muerte y a su oscuridad.
F G C Am
Saber que a mi lado tú estás, saber que conmigo tú vas,
Bb G
saberte muy cerca de mí.




jueves, 13 de diciembre de 2007

Unas cuantas ideas...

Escribí un correo a una amiga, y al final, a manera de despedida, quise escribirle algo más que un hasta luego. Cuando me di cuenta ya había escrito esto que ahora comparto para todos.

Diviértete lo más que puedas y enójate lo menos posible, pero no te diviertas sin cordura. Sueña y mantén las esperanzas a flote. Nunca entierres tus errores porque si lo haces no aprenderás de ellos. Sonríe al que te ofende, y abraza al que te ama. No cantes, mejor murmura una melodía con tu boca cerrada. No hagas caso de lo bueno que te digan que eres. La mitad de las veces te lo dicen en serio y la mitad no. Lo malo es que te crees la mitad que no deberías. Por el contrario, presta atención a todas las críticas que te hacen, porque todas tienen en su raíz algo de verdad, aunque sus hojas estén llenas de gusanos. Así como sonríes a tus amigos en lo secreto, sonríeles enfrente de todos. No te molestes en cultivar enemigos, ellos llegan solos.

Así como te alegra el sol, alégrate por la lluvia, que ambos son regalos del mismo Dios. Aprende a decir no cuando no quieras algo, cuando no estés de acuerdo o cuando simplemente tu conciencia te diga que es no. Aprende a decir sí aunque no todos estén de acuerdo, aunque no todos lo quieran y más cuando tu conciencia te diga que es sí. Discernir es el arte del sabio, decidir el del valiente y llorar el del sincero. ¿Y nosotros? Nosotros somos algunas veces sabios, otras valientes y otras sinceros, aunque algunas otras somos solo necios, cobardes e hipócritas. Pero nunca el mal ha vencido al bien, ¿por qué lo lograría en nosotros? No lo hará. Por mucho que nos equivoquemos, siempre quedará esa pequeña luz que es más fuerte que cualquier oscuridad.
Por último, ama, porque amar no es una opción, es la única forma en que puedes realizarte. Pero ten en cuenta que amar no se basa en un sentimiento, más bien los fundamenta todos y les da su pleno cauce: al odio y al temor los aniquila, y al servicio y la humildad los ennoblece. A la vergüenza la descobija y le pone un manto a la timidez. Al dolor lo santifica y lo vuelve entrega y compartir. Ama, pero nunca escondas tu amor por complacer a los demás. Ama y demuestra que amas a pesar de toda lengua, incluso de la tuya.