domingo, 25 de mayo de 2008

Artículo

Artículo que se publicó en la página semanal de Concilio, en el Diario de Xalapa, el 25 de mayo de 2008.

El hombre y la comunidad
Sergio Pérez Portilla

La dimensión social de los hombres no es una característica externa sino interna, es parte de su naturaleza. Decía John Locke que en el hombre no sólo están la inclinación y la necesidad de relacionarse, sino el instrumento necesario: el lenguaje. Los hombres no se reúnen, entonces, por arbitrariedad sino por necesidad libre.

Diversas formas de asociación solventan el hecho comunitario: asociación familiar, escolar, religiosa, política, de amistad, entre otras. No es bueno que el hombre esté solo, porque solo no puede alcanzar su plenitud integral. El hombre que se desarrolla intelectual, biológica y psicológicamente, debe también desarrollarse comunitariamente, y al hacerlo adquiere un buen número de compromisos con la misma comunidad. El respeto es primordial en este ámbito, así como el cumplimiento de lo que le corresponde hacer. La comunidad crece en calidad mientras lo hacen los individuos que la conforman, y mientras éstos dan la apertura a la relación que se perfeccione día a día.

El lenguaje, por su parte, es instrumento y vínculo de la sociedad (seguimos aún a Locke). Cual instrumento podría calificarse como opcional, pero no es así, sino que es el instrumento necesario para que se establezca la relación. Es vínculo también, porque no sólo ayuda a crear relación sino que él es en sí mismo relación. El hombre hace y debe hacer uso del lenguaje para relacionarse. Si ampliamos y generalizamos el concepto del lenguaje, podríamos decir que lenguaje significa comunicación, por lo que habría que decir también que la comunicación es indispensable para que cualquier sociedad subsista, y esto ya es más claro, más evidente.

Aun tratándose de una necesidad imperiosa, toda sociedad nace de la libertad misma del hombre. Es él quien acepta pertenecer a una sociedad específica. Quizá haya alguien a quien se le dificulte admitirlo, poniendo como ejemplo que nadie decide dónde nacer, y la cultura nacional es la que rige en gran medida lo que el hombre es y hace, quitando así la libertad. No es así. No lo es desde varias perspectivas: la primera sería el hecho de poder hacer asociaciones más pequeñas que busquen el cambio de esa asociación de asociaciones. Es el aspecto social, político, de hombres y mujeres. Así, siempre habrá opción de cambio de sociedad. En las demás comunidades, las pequeñas y más visibles del hombre, es más fácil de observar que cada uno de nosotros elige sus amistades, sus centros de reunión o sus preferencias religiosas.

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