miércoles, 28 de septiembre de 2011

Madejas



Madejas
Sergio Pérez Portilla

Es increíble ver cómo vuelan alrededor de ti mis sueños cada vez que sonríes, y es un regalo saber que tu sonrisa ha sido para mí en esta ocasión. Hay cosas que no puedo callar, mis ojos hablan mucho, y aunque guarde mi distancia y contenga mis te amo, con cada respiración te grito callado lo que siento.
Sonríes y tus ojos se hacen pequeños, son como una sonrisa discreta, pero yo los he visto, en silencio, a hurtadillas, y sé que lo hacen. Ahora mismo recuerdo tu mano acomodando tu cabello, mientras ordenas ideas en el aire, y le ordenas a mi tiempo que no avance.
Hay madejas multicolor en el suelo que por poco pisas, pero me he dado cuenta que flotas, que ni siquiera eres capaz de lastimar un olvido enterrado. ¡Y al final de mi arcoíris estás tú!

lunes, 19 de septiembre de 2011

Si tus labios me los quedo yo





Si tus labios me los quedo yo
Sergio Pérez Portilla

Es cierto, robé la luna y la puse cerca de tu tejado, donde pudieras contemplarla con solo correr las cortinas y voltear hacia arriba. Y me escondí, sí, también lo hice, me escondí tras tu presente, agazapado en la noche, buscando tu mirada de ensoñación e intentando tocar con mis ganas tus manos, las manos que señalan el camino de las gacelas y de las aves.
Es cierto, volví sobre mis pasos pero el tiempo no hizo lo mismo, se mantuvo firme y audaz marchando hacia adelante, borrando con su andar los momentos que recién había disfrutado. Borró todo el ambiente, pero no borró mi memoria, así que ella se ha convertido en mi baúl, un lugar donde atesoro imágenes tuyas, de tus ojos cuando ríes, de tu cabello mojado, de tu andar, ¿lo recuerdas?
Es cierto, no aguanté más y por eso estoy aquí. No es que pasara por aquí ni buscara una excusa. Simplemente estoy aquí porque quería decirte que…




El título está inspirado en una canción que escuchaba cuando escribí el texto: Que mi boca, de los PasoLento. Buenos discos.

¡Ven!

¡Ven!
Sergio Pérez Portilla

Cuando taladra el tenso silencio la poca tranquilidad y cuando el silencio es taladrado por el fuego de la ambición…
Cuando los pasos se agitan por el miedo imperante y el miedo avanza majestuoso con pasos de gigante…
Cuando ya no hay olores fragantes sino flagrantes, cuando la justicia propuesta es pospuesta por los bienes de pocos y los males de muchos…
Cuando la luz deja de ser blanca y sincera y se vuelve rojazul y chillante, llena de llanto y desolación…
Cuando el no era es, cuando el relativo aquí se vuelve un ahora absoluto, cuando urgente e importante son carentes de atención y se atiende a los intereses de los importantes que urgen desde su lecho…
Cuando simplemente la cordura pierde su sentido, toda lógica es un absurdo, las frentes son suelas y el aire húmedo seca las nostalgias…
Cuando no hay más, hay todo, porque recuerdo que me dijiste que no temiera, que tú estabas conmigo. ¡Señor, no quiero temer, pero temo! ¡Sé que estás aquí y ahora, tú, el eterno! ¡Lo sé, pero hay un grito dentro de mí! ¡Señor, creo, pero aumenta mi poca fe! ¡Ven, Señor, ven que te necesito, tus amigos te necesitamos!