jueves, 25 de febrero de 2010

Cuaresma

Pasos de Cuaresma
Sergio Pérez Portilla

Hemos comenzado el andar de la Cuaresma. En este camino, lleno de grandes esperanzas, nos asiste el Espíritu santo, y nos conduce al verdadero centro de nuestra fe: Jesucristo Resucitado. Porque la fe no es solamente creer. Sí, tener fe implica creer, pero no es únicamente eso. Tener fe es adherirse a Dios y asentir a las verdades por Él reveladas (cfr. Catecismo de la Iglesia católica # 150), y su Verdad es Jesucristo, el Verbo de Dios que se encarnó, padeció, murió y resucitó.
Estos días que nos disponen a la Semana santa son días llenos de una gracia particular, especiales momentos del amor de Dios. En estos días podemos sensibilizarnos más a nuestra condición humana, que es frágil pero amada, muchas veces desorientada pero li
bre por decisión divina, limitada e imperfecta, pero llamada a la plenitud y a la eternidad. Son días de reconciliación e interiorización, de recogimiento: la reconciliación con el hermano a través de la caridad que se manifiesta en el perdón mutuo, el que se pide humildemente, sabiendo que no se merece, y el que se da generosamente, sabiendo que libera, así como del perdón que Dios nos otorga mediante el Sacramento de la Reconciliación o, como aún se le conoce, confesión. También se trata de la interiorización, o recogimiento, porque dentro de cada uno de nosotros está inscrita nuestra verdad: somos hijos de Dios, creación amada, deseada, buscada, sanada y salvada.
En esta Cuaresma estamos invitados a caminar sobriamente, con actitud humilde y con conocimiento de lo que somos, pero con la esperanza de la victoria, con la alegría de la certeza de la Resurrección, con la esperanza de encontrarnos cara a cara con nuestro Redentor y Salvador.

Cada día


Cada día
Sergio Pérez Portilla

Mi amada es bella y dulce, es flor en el jardín y lluvia en la mañana, es marzo y febrero, y los mejores días de noviembre. Mi amada ama la música y ama al sol, pero más ama al dueño de toda la creación.
Mi amada es como la espuma que nace en el mar, como la sombra que vive bajo los árboles en primavera, como los pastos llenos de rocío.
Es ella, mi amada, una poesía y una cascada de caricias, y el tono de su piel me recuerda al interior de las manzanas. La busco por la mañana, la espero por la noche, le cuento cada uno de mis pasos y pongo mi mano entre las suyas.
Cada día pienso en mi amada, y cada día le amo más.

martes, 16 de febrero de 2010

Para la luna que se fue

Para la luna que se fue
Sergio Pérez Portilla

El reflejo de cada invierno que has vivido se quedó en tus ojos dorados, esos que me hacen inventar historias e imaginar paraísos. En ellos me sumergí una noche y con ellos me perdí en el inmenso mar de la ilusión. Todo se reflejaba en ellos, y nada se comparaba con ellos. Y a mí me gustaba verlos al sol, o tras la brisa, o en la nocturna caminata o en nuestros andares de madrugada.
Pero te has ido y te llevaste tus ojos, mis luces de noviembre a febrero. Te has ido y yo quisiera haberte dado un sinfín de motivos para quedarte junto a mí, y no esas absurdas razones para alejarte de mi lado. Te preguntas si el que yo te vea no será más doloroso para este corazón, pero yo te digo que no es tu presencia lo que me hace mal, es tu ausencia, es la falta de tus ojos mirándome con esperanza y con amor.
Pez de mares de colores, luna de cielo que se me fue con la mañana, que cuando desperté me di cuenta del final de mi sueño. Sólo quiero que sea de noche otra vez, para verte, luna, para dormir contigo, para soñarte tanto, para decirte con mis actos que te amo, para decirte con mis brazos que te extraño. Sólo quiero, luna, que me regales un quizá.

viernes, 5 de febrero de 2010

Reseña

De una revista que se llama "Siete llaves", también del SAX (http://siete7llaves.blogspot.com). Ahí estaremos compartiendo algunas críticas y reseñas. Después quizá subiré dos que ya hemos escrito sobre películas. Gracias a todos.


Un libro sobre Pedro
Sergio Pérez Portilla

Los escritos de Carlo María Martini son un punto de referencia, él mismo lo es. Basados generalmente en retiros y ejercicios que comparte con distintos grupos eclesiales –incluso algunas veces son meras transcripciones–, alcanzan la profundidad necesaria para dejar que su experiencia pueda sentirse, y de esta manera la experiencia de cada uno de los oyentes/lectores también se dé.
En
Las confesiones de Pedro. Meditaciones sobre el camino vocacional del apóstol (Verbo Divino, Estella, 2000, 4ta. ed., 122 pp.) el jesuita, cardenal y también arzobispo, propone una visión diferente sobre textos ya escuchados por la mayoría de los cristianos. Es el autor un reconocido crítico de la Escritura, con los estudios y la capacidad necesarios para serlo.
La obra comienza con una introducción a la oración: su ser y la forma de realizarla. De inmediato presenta al otrora pescador, dejando que sea él mismo quien nos hable, para después escuchar lo que otros tienen que decir sobre él. Es entrar en la psicología del “entrevistado”. Un punto principal es la relación de Pedro con Jesús, su maestro y Señor. ¿Cómo lo veía? ¿Qué buscaba de él? ¿Cómo lo iba comprendiendo, si es que lo hacía? Interesantes confrontaciones surgen en estos momentos. Posteriormente se habla de la vocación del apóstol y de los trances que debe experimentar para depurar su llamado. Esto va llevando a interiorizar más y más en la vida del galileo, para saber si realmente tenía un sentido su andar, o simplemente se estaba dejando llevar por el día a día. Por último, una relación entre Pedro y la Eucaristía, de cuya institución fue testigo directo en la última cena.
Insistimos, la obra completa de Martini es meramente para confrontar la vida, los pensamientos, las decisiones y los proyectos que tienen los interlocutores con la voluntad de Dios, y en este caso se ha ayudado de la figura de san Pedro, columna innegable de la Iglesia.
El libro es de fácil lectura, además de breve, y en él podemos encontrar muchos datos que nos ayuden a meditar sobre nuestra propia vocación, cosa siempre necesaria. Muy recomendado.