viernes, 25 de diciembre de 2009

Plenitud

Plenitud
Sergio Pérez Portilla

Durante millones de años toda la creación esperó al que había de nacer para dar vida y sentido a todo. El universo entero, en su incesante movimiento, le buscaba. Los ríos y las montañas, las praderas y los mares, aguardaban su llegada con paciencia. Los árboles, las plantas, los peces, las aves, los reptiles, los animales terrestres y los marinos, todos en su interior sabían que vendría. Y los hombres, en su corazón, sentían esa inquietud que nace de la necesidad, ese fuego que nace del amor, esa paz que nace de la confianza, que los hacía voltear al cielo y desear que estuviera ya, aquí, el que había de llegar a dar felicidad.
El Dios de los cielos se los dijo, a ellos, a los hombres, no como un secreto, sino como la más bella promesa: enviaré a un salvador. Se refería a su Hijo, su Palabra misma, su pensamiento, su razón. Lo dijo a los hombres porque si bien ama a toda la creación, a ellos los ama de una manera especial, fuerte, magnífica. Los ama como a sus hijos. Por eso los hombres esperaban con una sonrisa, con lágrimas, con anhelos, con tristeza, de cualquier forma. Pero siempre esperaban, siempre supieron que llegaría.



Y una noche el Cielo tocó la tierra. Una noche Dios hizo posible lo imposible. ¡Había nacido, en la más grande humildad, el Hijo de Dios, Jesús, hijo también de María, la mujer que dijo “sí”!
Esa noche los ángeles dejaron su alabanza celeste y cantaron aquí, en la tierra, la gloria que cantan al Señor, y cantaron también a los hombres. ¡Los ángeles cantaron a los hombres! Esa noche el universo tembló de emoción, todo movimiento se detuvo y todo sonido se calló. Esa noche el aire fue fragante, el frío fue tibieza de abrazo, el tiempo fue manantial de bendiciones.
Aquella noche el amor de Dios se manifestó claramente. A partir de entonces cada amanecer, cada atardecer, cada oscurecer, todo momento es una sonrisa de Dios. Y una noche en especial, el hombre celebra, conmemora y redescubre la belleza de aquella noche santa en que Dios le demostró cuánto le ama, en que Jesucristo nació, de la Virgen, por obra y amor del Espíritu santo. Una noche en especial el hombre le dice a Dios que también lo ama.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Sergio:

Este escrito esta hermoso!!! cómo Dios se manifiesta ante el hombre para mostrarnos su amor...
"... todo momento es una sonrisa de Dios"

Felices Fiestas, que Dios te siga bendiciendo siempre.. no dejes de escribbir...
Feliz Navidad!!
Recibe un abrazo..
con Cariño ML

Anónimo dijo...

Hola Sergio:
Mis mejores deseos para este año que inicia, que Dios te colme siempre de bendiciones al igual que a tu familia
cuidate.
un abrazo!!!!
Con cariño ML

Sergio dijo...

¡Hola ML! El leerte me ayudó mucho a seguir esta aventura entre letras. Te agradezco, como siempre, tus palabras de ánimo, y recibo tus saludos con agrado y a la vez deseando también para ti bendiciones cada día de tu vida.

¡Un abrazo fuerte! ¡Felices fiestas! ¡Feliz vida!