viernes, 22 de agosto de 2008

Regresando


Extravíos
Sergio Pérez Portilla

Ahí, al pie de la cascada, en medio de las rocas que formaban una isleta, viendo la caída pródiga de humedad, cerré los ojos y me puse a escuchar. Era un canto que no conocía, un canto vetusto, como la tortuga, pero fresco, como miel y azul. Era un canto suave y envolvente, constante, sibilante, del sur, que buscaba saciar la sed serena y buscaba abrazar con su tonada. Mis manos intentaban encontrarlo.
Calma, mucha calma y mucha paz. Me embriagué de consuelos y lágrimas y palabras y risas. Incluso olvidé que antes de llegar a la cascada había llorado por estar extraviado. Pero el canto era así, sanador, esperanzador.
Y ahí estuve, hasta que el mismo cauce me indicó el camino de regreso, el camino que me llevaría de vuelta a casa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

HOLA SERGIO

OTRA VEZ AQUI PASANDO POR TU PAGINA Y CREEME QUE SIEMPRE Q PASO ME LLEVO ALGUNA ENSEÑANZA PORQ EN ALGUNOS MOMENTOS HE ESTADO TRISTE Y A VECES CON MIEDO POR COSAS Q PASAN PERO SE ME HA ESTADO QUITANDO TENGO MAS SEGURIDAD Y ACEPTO LO QUE VENGA Y SIGUE ADELANTE TU TAMBIEN Y GRACIAS POR ESTA GRAN PAGINA CUIDATE MUCHO Y DIOS Y LA VIRGEN TE PROTEJAN SIEMPRE ADIOS.

Anónimo dijo...

hola Sergio...

pues aki paso ya sabes como siempre leyendo una y otra vez tus escritos... me gusta imaginar cada q leo la sitacion q presentas, y ps si... muchas veces necesitamos esa paz... necesitamos cerrar los ojos y escuchar el canto q nos conduzca de nuevo a nuestro camino, nuestra casa....

espeor q sigas asi publicando escritos... q estes muy bien Sergio...

Dios Te Bendiga