lunes, 13 de octubre de 2008

13 de octubre

Dentro de mi cuarto
Sergio Pérez Portilla

Hoy ha sido un día excelente, quizá perfecto. Hoy volví a ver, volví a caminar, volví a oír y a hablar. Mis sueños se hicieron realidad. Incluso pude volver a percibir la suave caricia del viento y olí el perfume nocturno de los nardos que pueblan la campiña y la visten de blanco y crema, y también acompañé a la brisa matinal de la mano del recuerdo que emergía por el simple hecho de callar.
Mi piel se erizó por la neblina vespertina, pero al momento me acurruqué en los brazos de mis amigos y así, sin más, nuevamente el calor.
Dediqué un tiempo a la locura y otro a la fantasía; obsequié minutos a la cordura y también a la planeación seria. Cumplí con mi trabajo y me siento satisfecho.
Ahora, ahora sólo una cosa más, un pequeño pero importante detalle: decirte gracias, Señor, porque me regalas una vida y un millón de bendiciones, y a cada una de ellas la llamas con tiernos nombres. Se llaman papá, mamá, hermanos, amigos, situaciones, encuentros, despertares, responsabilidades, pensamientos, sentimientos, anhelos, hojas, aire, agua, sol, mundo. Un millón de bendiciones en una sola vida. Un millón de bendiciones en mi vida.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

wou... es cierto... meditando esto a veces cuando nos metemos tanto en nuestras cosas, preocupaciones, ocupaciones... no nos permitimos ver todas esa bendiciones y renegamos de todo...

pero Dios nos Obsequia tanto q a veces no sabemos apreciar...

Sergio Dios habla a travez de ti

Sergio dijo...

Pues nada, que quise compartir esta pequeña oración. Gracias por todo, Diego. Un abrazo.