lunes, 2 de junio de 2008

Compañera

Compañera
Sergio Pérez Portilla

Me gusta escucharte, señora, disfruto mucho de tu voz. Me gusta escuchar la cálida y húmeda sinfonía de tu amanecer: el rocío que ha bañado delicadamente las hojas, el suelo, las ventanas, y que ahora empieza a unirse al aire que respiro, canta en un murmullo. Está también el trino de madres y padres y jóvenes inquietos que se desperezan y emprenden el vuelo y, después de un primer intento, se alejan para luego volver a casa, a su hogar. Las ramas se unen y con movimientos a veces imperceptibles redondean la función. Un sinfín de susurros de insectos, un silencio…
Me gusta verte, señora, disfruto mucho de tu presencia. Tu faz, tus enojos, tus llantos, todo me hace ver más allá, llegar a tu origen, al momento de tu primera vez. Verte de mil colores, de mil sorpresas, de tantos sueños, de tantas eras.
Has recibido a mis ancestros en tu vientre, y los has hecho parte de ti. Algún día me recibirás y sé que juntos volveremos más allá, al momento de tu primera vez. Algún día quien te vea me verá, quien te escuche me oirá. Y algún día nacerás de nuevo, perfecta, nueva, y te volveré a habitar.

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