lunes, 4 de febrero de 2013

Tratos

Tratos
Sergio Pérez Portilla

Insisten tanto mis manos en saber de ti, que he decidido llegar a un acuerdo con ellas. Iremos de noche a tu lugar, no hace falta que los ojos vean, y les diré que toquen a tu puerta. Cuando salgas, extenderé una de ellas y buscaré la tuya. Mi corazón estará tan agitado, que querrá salir y tocarte, pero quedará atorado en mi garganta, lo sé, y ni siquiera me dejará hablar. Tú me verás, con esos ojos que me hacen un perfecto desconocido, o el peor de los inoportunos, el menos prudente. Dudarás un segundo, o menos, pero en cuanto mi mano toque la tuya, te quemará y te alejarás. Dirás cosas que hagan incómodo el momento, yo sabré retirarme entonces. Me alejaré una vez más y mis manos me dirán que tenía razón, que no encontraron el calor de antes, que ya no hay lugar para ellas. Ese es nuestro acuerdo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bonito escrito muchachito, si que estas inspirado
un beso

Sergio dijo...

Ix! Saludos!!!

Anónimo dijo...

Cómo el corazón puede solo hablar con la ayuda de algún sentido, si el corazón tuviera voz propia no consigo imaginar la inmensidad de su lenguaje, muy bonito, felicidades