viernes, 14 de marzo de 2008

Un cuento

Después de un rato de escribir una prosa distinta, hoy les presento un pequeño relato, cuento quizá, que a muchos resultará conocido. Es un escrito sencillo, pero es parte de una cierta deuda moral.

Empleos y caricias
Sergio Pérez Portilla

Tiró de la hoja y la arrugó, maldiciendo a su jefe por haberla puesto en semejante aprieto, y de inmediato aventó en dirección del bote de basura la piedra de papel. Intentó de nuevo: Cómo trabajar la mitad y ganar el doble, por… ¡No, no, no, eso era una mentira! ¿Cómo podría decirle a alguien semejante disparate, cuando a ella misma le obligaban a trabajar el doble y, si iba bien, ganar lo mismo? Ya había escrito otro artículo que tampoco le había gustado: Cómo ser millonario en 2 meses. Si fuera cierto, ¿qué carambas estaría haciendo entonces, para qué escribir para una revista si existe de verdad una fórmula para ser millonario en tan poco tiempo? No, eso la ponía fúrica y le bajaba el ánimo.
Entonces, casi de la nada, sintió sobre sus hombros dos manos que conocía. Sabía que eran del hombre que estaba en la foto junto a su máquina de escribir. Tomó una de ellas entre las suyas y sonrió cerrando los ojos, rozando sus mejillas en esa mano. Comenzó a tranquilizarse, tal como le pedía su voz, la voz del amante, del amado. “Tranquila, ya pasará”. “Tienes razón, sólo es un momento. ¿Qué es esto comparado con la eternidad?”. Respiró, soltó la mano, colocó una hoja más, pensó, escribió:
Curriculum vitae.

No hay comentarios: