miércoles, 7 de enero de 2009

Locura

Para la historia
Sergio Pérez Portilla

Hoy quisiera levantar un monumento a tu locura, amigo, porque sin ella no habría conocido los aires fríos de la montaña ni los atardeceres en la playa. Tampoco sabría de confianza ni de lealtad, y quizá la libertad seguiría siendo utopía.
Tu locura fue el faro que me guió en la noche y la campana que me llamó en el día de mis extravíos. Ella me hizo soñar lo que vivía y vivir lo que soñaba.
Cuando la jornada acaba, es evidente que hemos reído, lo sabe nuestro cuerpo y lo sabe nuestra alma.
No estoy despidiéndome, amigo, no podría hacerlo. Es solo que no quiero dejar correr los días sin agradecerte por la alegría que en estos años me ha inundado. No conozco el momento de mi muerte, pero créeme que tampoco la estoy buscando. Ya te veo sonriendo por mis palabras, y déjame decirte que en realidad esto es reflejo de lo que de ti he aprendido: aprendí que la locura con la que vives, es más sabia que la cordura que obliga.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola hola!!

tu mismo lo dices, los amigos son 1regalo de Dios y de eso no hay duda...

buen dia!

Sergio dijo...

¡Gracias, regalo!