Confidencia
Sergio Pérez Portilla
Me lo contó tu ventana, me dijo que sonreías y que cantabas y bailabas, me dijo que eras feliz. Que tu voz era dulce y que tus manos parecían tocar el aire. Que tu presencia no iluminaba la habitación, ¡tu presencia era la habitación de la luz! Me dijo también que cerrabas tus ojos y cuando los abrías eran siempre nuevos, vivos, eran música y silencio. Por último me dijo que al final del día siempre hablas con Dios y le agradeces que esté contigo, que es por él que eres tan plena, y que vas aprendiendo a amar y a ser libre, y luego duermes, duermes hasta que eres un nuevo día.
Sergio Pérez Portilla
Me lo contó tu ventana, me dijo que sonreías y que cantabas y bailabas, me dijo que eras feliz. Que tu voz era dulce y que tus manos parecían tocar el aire. Que tu presencia no iluminaba la habitación, ¡tu presencia era la habitación de la luz! Me dijo también que cerrabas tus ojos y cuando los abrías eran siempre nuevos, vivos, eran música y silencio. Por último me dijo que al final del día siempre hablas con Dios y le agradeces que esté contigo, que es por él que eres tan plena, y que vas aprendiendo a amar y a ser libre, y luego duermes, duermes hasta que eres un nuevo día.
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