Hola a todos.
Les comparto un escrito que apareció en la página dominical de Concilio, el 14 de Septiembre. El motivo: una relectura de los colores de nuestra bandera a la luz de los hechos actuales. Espero les guste.
ATTE. Sergio Pérez Portilla
Les comparto un escrito que apareció en la página dominical de Concilio, el 14 de Septiembre. El motivo: una relectura de los colores de nuestra bandera a la luz de los hechos actuales. Espero les guste.
ATTE. Sergio Pérez Portilla
Septiembre verde, blanco y rojo
Sergio Pérez Portilla
El 24 de febrero de este año, el licenciado Juan Camilo Mouriño, Secretario de Gobernación, pronunció un discurso en Iguala, Guerrero, durante la ceremonia conmemorativa por el 187 aniversario del Día de la Bandera. En su intervención hizo una reseña del estandarte tricolor, su paso por la historia y el significado que para los mexicanos tiene este símbolo patrio, además del sentido de sus colores. Pero es en estos días de Septiembre que veremos a nuestra insignia nacional pegada o colgada, literalmente, de puertas, ventanas, coches, antenas, sombreros, vasos, y todo lo que esté al alcance del mexicano que celebra su independencia.
Este es el contexto en el que surge la cuestión que guía nuestro escrito: ¿cómo podemos hoy interpretar (¿reinterpretar?) los colores de la Bandera mexicana? Vayamos al encuentro del significado.
Del verde
El verde ha representado la esperanza, prioritariamente. Hoy, en un país en que se vive al día, no podemos limitar ese sentido. Más que esperanza, debemos darnos cuenta de que el verde es un claro signo de la realidad local y nacional: estamos perdiendo nuestros bosques y selvas. El verde que se veía en nuestro país –ya ni decir de nuestro estado– es cada vez más lejano: hoy encontramos deforestación, incendios incontrolables, y, sobre todo, en lugar de árboles vemos concreto y civilización, y no percibimos que si mueren los bosques nuestra vida desaparecerá poco a poco, comenzando por la calidad de la misma. Si olvidamos que estamos en relación con el mundo, también olvidaremos que hay esperanza.
Del rojo
La sangre de los héroes nacionales, de todos los que con su vida ofrecieron libertad a nuestro pueblo. Es un recuerdo precioso. Generalmente –y aquí está el inconveniente–, los héroes son los que quedaron allá, en el pasado. Son incluso míticos, idealizados. El rojo debe recordar la pasión de los héroes de hoy, de aquellos que buscan la verdad en un país donde la corrupción y la transa es tan común que muchos lo creen normal. Héroes que, como lo vimos hace poco, salen a la calle manifestando su deseo de que acabe la delincuencia y la impunidad, la violencia y la muerte que va desde el aborto hasta la eutanasia. No existe México en cuanto ser real, físico. Existen los mexicanos. Si el hombre olvida que es un ser social, relacionado con otros hombres, olvidará que celebra no sólo la independencia suya y de los suyos, sino la de todo un país con altos índices de pobreza, analfabetismo y desnutrición.
Del blanco
El sentido de la pureza es el correspondiente al blanco: pureza en los ideales, pureza en la lucha, pureza en todo aspecto. Blanco ha sido también el color de la paz, de la tranquilidad. ¿Y cómo podemos ofrecerle al hombre pureza en su intención y paz en su vivir, si no cuenta con un sentido en su vida? Los mexicanos hemos hecho de nuestra nación, simbolizada en la Bandera, una nación deshumanizada y poco generosa. No, no todos, por supuesto, pero si confrontamos los índices de vicios en nuestro país (corrupción, violencia, narcotráfico, pobreza, etc.) nos daremos cuenta de que hay mucho por sanar. El mexicano debe volver a darle sentido a su vida, y como todo hombre, el sentido lo tendrá en cuanto ponga su mirada más allá de sí mismo. Hemos olvidado que somos un pueblo religioso y rico en tradiciones, hemos ido olvidando que somos un pueblo creyente, sí, en los demás, pero sobre todo en el que nos sostiene desde lo alto.
Sergio Pérez Portilla
El 24 de febrero de este año, el licenciado Juan Camilo Mouriño, Secretario de Gobernación, pronunció un discurso en Iguala, Guerrero, durante la ceremonia conmemorativa por el 187 aniversario del Día de la Bandera. En su intervención hizo una reseña del estandarte tricolor, su paso por la historia y el significado que para los mexicanos tiene este símbolo patrio, además del sentido de sus colores. Pero es en estos días de Septiembre que veremos a nuestra insignia nacional pegada o colgada, literalmente, de puertas, ventanas, coches, antenas, sombreros, vasos, y todo lo que esté al alcance del mexicano que celebra su independencia.
Este es el contexto en el que surge la cuestión que guía nuestro escrito: ¿cómo podemos hoy interpretar (¿reinterpretar?) los colores de la Bandera mexicana? Vayamos al encuentro del significado.
Del verde
El verde ha representado la esperanza, prioritariamente. Hoy, en un país en que se vive al día, no podemos limitar ese sentido. Más que esperanza, debemos darnos cuenta de que el verde es un claro signo de la realidad local y nacional: estamos perdiendo nuestros bosques y selvas. El verde que se veía en nuestro país –ya ni decir de nuestro estado– es cada vez más lejano: hoy encontramos deforestación, incendios incontrolables, y, sobre todo, en lugar de árboles vemos concreto y civilización, y no percibimos que si mueren los bosques nuestra vida desaparecerá poco a poco, comenzando por la calidad de la misma. Si olvidamos que estamos en relación con el mundo, también olvidaremos que hay esperanza.
Del rojo
La sangre de los héroes nacionales, de todos los que con su vida ofrecieron libertad a nuestro pueblo. Es un recuerdo precioso. Generalmente –y aquí está el inconveniente–, los héroes son los que quedaron allá, en el pasado. Son incluso míticos, idealizados. El rojo debe recordar la pasión de los héroes de hoy, de aquellos que buscan la verdad en un país donde la corrupción y la transa es tan común que muchos lo creen normal. Héroes que, como lo vimos hace poco, salen a la calle manifestando su deseo de que acabe la delincuencia y la impunidad, la violencia y la muerte que va desde el aborto hasta la eutanasia. No existe México en cuanto ser real, físico. Existen los mexicanos. Si el hombre olvida que es un ser social, relacionado con otros hombres, olvidará que celebra no sólo la independencia suya y de los suyos, sino la de todo un país con altos índices de pobreza, analfabetismo y desnutrición.
Del blanco
El sentido de la pureza es el correspondiente al blanco: pureza en los ideales, pureza en la lucha, pureza en todo aspecto. Blanco ha sido también el color de la paz, de la tranquilidad. ¿Y cómo podemos ofrecerle al hombre pureza en su intención y paz en su vivir, si no cuenta con un sentido en su vida? Los mexicanos hemos hecho de nuestra nación, simbolizada en la Bandera, una nación deshumanizada y poco generosa. No, no todos, por supuesto, pero si confrontamos los índices de vicios en nuestro país (corrupción, violencia, narcotráfico, pobreza, etc.) nos daremos cuenta de que hay mucho por sanar. El mexicano debe volver a darle sentido a su vida, y como todo hombre, el sentido lo tendrá en cuanto ponga su mirada más allá de sí mismo. Hemos olvidado que somos un pueblo religioso y rico en tradiciones, hemos ido olvidando que somos un pueblo creyente, sí, en los demás, pero sobre todo en el que nos sostiene desde lo alto.
1 comentario:
holaaaaaaa como estasss espero vernos pronto se te extraño hace 15 dias
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