lunes, 22 de septiembre de 2008

Teología de la liberación

Hola, un saludo afectuoso a todos. Les comparto este escrito, publicado el 21 de septiembre en la página de Concilio. En mi espacio he publicado una versión con algunos añadidos y con un par de referencias, así que los invito a leerlo también.

¡Nos vemos pronto!

ATTE. Sergio Pérez Portilla.





Pobreza y cristianismo: Teología de la liberación
Sergio Pérez Portilla

El Concilio Vaticano II trajo consigo un revuelo en la Iglesia, tal como pasa con toda novedad. Algunos se mostraron conservadores y otros mucho más abiertos ante los planteamientos de este gran concejo. Comenzó en el año 1962 y concluyó en 1965. A la par de este concilio, un sacerdote de Perú, Gustavo Gutiérrez, ya reflexionaba sobre la realidad de la violencia y la pobreza en Latinoamérica. Tres años después, a la luz e inspiración del Vaticano II, la segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano celebrada en Medellín, Colombia, hizo patente la opción que al final del concilio, según cuenta Leonardo Boff, tomaron 40 obispos en las catacumbas de santa Domitila, a las afueras de Roma: la opción por los pobres.
En realidad, la Iglesia enseña que la opción por los pobres es su elección preferencial, que no exclusiva, a la luz de Jesucristo, cabeza de esta misma Iglesia. Pero una cosa es decirlo y otra muy diferente hacerlo.
Un año antes de la II CELAM, en 1967, Gustavo Gutiérrez habló en Montreal sobre la pobreza desde 3 perspectivas: la primera sobre la pobreza real o material, situación siempre mala; la segunda como pobreza espiritual, es decir, como infancia espiritual, ponerse confiadamente en las manos de Dios; y la tercera, es la solidaridad con los pobres pero contra la pobreza. Esto es, hacer de los pobres protagonistas de su liberación. Un año después, el 22 de julio de 1968, en Perú, el mismo padre Gutiérrez llamó a esta reflexión teológica Teología de la liberación. Así, Medellín, influenciada positivamente por la Teología de la liberación, apuntaló y dirigió la praxis de los siguientes años. Para 1973 se publicó el texto que sobre el tema escribió, circunstancialmente, Gustavo Gutiérrez: Teología de la liberación. Perspectivas.
En la III CELAM, realizada en 1979 en la ciudad de Puebla, la Teología de la liberación estaba en un momento crucial, fuerte. Esta teología, por cierto, había recordado que no podemos importar teologías que nacen en realidades culturales completamente diferentes, sino que es preciso que la teología sea desde, y no sobre: desde Latinoamérica y los pobres, por ejemplo, y no sobre América Latina y la pobreza.
Pero vino un sobresalto cuando en la IV CELAM, celebrada en Santo Domingo en 1992, todo indicaba que la Teología de la liberación había desaparecido, pues no solamente nunca se mencionó en el documento final, sino que su método (y dice Gustavo Gutiérrez que su metodología es su espiritualidad) pareció superado, como menciona Juan José Tamayo en su libro Presente y futuro de la Teología de la liberación (San Pablo, Madrid, 1994). No poco tuvo que ver la aparición de dos textos de la Congregación para la Doctrina de la Fe: la Instrucción sobre algunos aspectos de la Teología de la liberación (6 de agosto de 1984) y la Instrucción sobre libertad cristiana y liberación (22 de marzo de 1986). El problema fue que algunos politizaron y adjetivaron el término cristiano, cuando en realidad lo cristiano es un sustantivo, según recuerda Gutiérrez, y esto es lo que la Congregación tuvo que aclarar y distinguir: lo primero es ser cristiano.
El espíritu de la Teología de la liberación, por tanto, no había muerto. Lo podemos constatar en el documento conclusivo de la V CELAM, llevada a cabo en el reciente 2007 en Aparecida, Brasil. Quizá no se menciona de nueva cuenta el término Teología de la liberación, pero sí están presentes sus ideales: la opción preferencial por los pobres, la promoción humana integral y la auténtica liberación cristiana (Aparecida # 146, entre otros).
Hoy, a 40 años del peregrinaje, la Teología de la liberación se mantiene. Ni es ni debe ser la única, es más, seguramente algún día morirá, en palabras de Gustavo Gutiérrez, porque morir significa ya no presentar la misma urgencia de antes, pero mientras exista, seguirá indicando un camino de santidad, porque para hacer verdadera opción por los pobres, para hacer verdadera Teología de la liberación, se debe tener la mirada puesta en Dios.

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