Caminatas
Sergio Pérez Portilla
Con el paso del viento las hojas se levantan por segundos, y envuelven tu andar de lento paso y firme constancia. Tu vestido juega alegre entre tus piernas y amenaza con transformarse en alas que te lleven al cielo, entre todo tipo de nubes, y perderte en la distancia, y dejarme aquí viendo cómo te diluyes en el azul infinito.
Por eso tomo tu mano con la mía y te atraigo hacia mí, te enredo en mis brazos y veo a donde tú ves, y tú, sin voltear a verme me sonríes y sabes que estoy cerrando mis ojos y acercando mi boca a tu cuello, y te inclinas al lado contrario para que pueda encontrar el camino sin perderme. Sujeto a tu pelo de olas sin espuma, de olor a frutas, un listón verde resguarda la libertad para una mejor ocasión.
Ya no caminas ni lo hago yo, esperamos con los ojos cerrados pensando en que no faltan palabras ni sobran recuerdos, en que por extrañas coincidencias o por pensadas circunstancias estamos juntos, en que la noche no es tan oscura para no vernos, ni el día tan pleno como para no poder arriesgarnos a seguir andando después de estos momentos en que, abrazados, cerramos los ojos y dejamos de caminar.
Sergio Pérez Portilla
Con el paso del viento las hojas se levantan por segundos, y envuelven tu andar de lento paso y firme constancia. Tu vestido juega alegre entre tus piernas y amenaza con transformarse en alas que te lleven al cielo, entre todo tipo de nubes, y perderte en la distancia, y dejarme aquí viendo cómo te diluyes en el azul infinito.
Por eso tomo tu mano con la mía y te atraigo hacia mí, te enredo en mis brazos y veo a donde tú ves, y tú, sin voltear a verme me sonríes y sabes que estoy cerrando mis ojos y acercando mi boca a tu cuello, y te inclinas al lado contrario para que pueda encontrar el camino sin perderme. Sujeto a tu pelo de olas sin espuma, de olor a frutas, un listón verde resguarda la libertad para una mejor ocasión.
Ya no caminas ni lo hago yo, esperamos con los ojos cerrados pensando en que no faltan palabras ni sobran recuerdos, en que por extrañas coincidencias o por pensadas circunstancias estamos juntos, en que la noche no es tan oscura para no vernos, ni el día tan pleno como para no poder arriesgarnos a seguir andando después de estos momentos en que, abrazados, cerramos los ojos y dejamos de caminar.
2 comentarios:
Hola Sergio:
Caminatas...
Experiencias hermosas, que en compañia de la persona adecuada, pueden ser perfectas.
Que te puedo decir.. como siempre tus escritos dejan una sonrisa en mi rostro...
Ánimo y adelante.
DTB
ML
¡Hola ML!
Recién he salido a caminar con algunas amigas, y han sido horas y horas de compartir.
He caminado, además, solo y en silencio, más bien observando: a la gente, los árboles, las casas, las calles. Y voy escuchando todo lo que el Señor quiere decirme. ¡He caminado mucho estos días!
Y una sonrisa se dibuja también en mi rostro con cada compartir tuyo.
¡Un abrazo!
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