Emociones
Sergio Pérez Portilla
Dos cosas llamaron mi atención esta mañana, apenas al despertar. La primera fue el sol en mi ventana, resplandeciente, lleno de gozo y con abundante poder. Cualquier resquicio cedía ante su embate, y la habitación poco a poco se iluminaba más. Es como la muerte, me dije, que cede ante el embate del poder de la resurrección. Cada día es signo del amor que se nos tiene, pues se nos deja despertar en la luz, dejar atrás la oscuridad.
La segunda cosa fue, sin embargo, un tanto diferente. Llamó mi atención la música. Sonaba como en un antiguo radio, y su melodía parecía conocida, pero a la vez yo sabía que era completamente nueva. Lo sabía, lo intuía. Era música suave, con una estructura que a veces semejaba vientos, otras mar y unas más al verde bosque de domingos por la tarde. Me hacía sentir vivo. No, no es cierto, me hacía saberme vivo. Caminé sollozante de emoción sobre recuerdos y en pos de sueños, y en una ocasión me detuve a ver, a la orilla de mi ruta, una hermosa flor sin nombre, una vida entre la vida.
Mis ojos se humedecieron, mis oídos se alegraron, mi corazón palpitó. Dos cosas me hicieron bien.
Sergio Pérez Portilla
Dos cosas llamaron mi atención esta mañana, apenas al despertar. La primera fue el sol en mi ventana, resplandeciente, lleno de gozo y con abundante poder. Cualquier resquicio cedía ante su embate, y la habitación poco a poco se iluminaba más. Es como la muerte, me dije, que cede ante el embate del poder de la resurrección. Cada día es signo del amor que se nos tiene, pues se nos deja despertar en la luz, dejar atrás la oscuridad.
La segunda cosa fue, sin embargo, un tanto diferente. Llamó mi atención la música. Sonaba como en un antiguo radio, y su melodía parecía conocida, pero a la vez yo sabía que era completamente nueva. Lo sabía, lo intuía. Era música suave, con una estructura que a veces semejaba vientos, otras mar y unas más al verde bosque de domingos por la tarde. Me hacía sentir vivo. No, no es cierto, me hacía saberme vivo. Caminé sollozante de emoción sobre recuerdos y en pos de sueños, y en una ocasión me detuve a ver, a la orilla de mi ruta, una hermosa flor sin nombre, una vida entre la vida.
Mis ojos se humedecieron, mis oídos se alegraron, mi corazón palpitó. Dos cosas me hicieron bien.
3 comentarios:
Que lindo es saber que
hay personas igual de loquitas como
yoo jajajaj
que les gusta el sol
ahhh la flor se llama Patsy jajajaja
no no cierto se llama gerbera!!!
Cuidate amigto
Te kiero muuxooo
Hola Sergio!!!
Lo maravilloso de la vida, de esas grandes cosas que no nos damos cuenta, de esos detalles que nos regala Dios diariamente y sin merecerlo, y que tristemente no disfrutamos!!!
"Me hacía sentir vivo. No, no es cierto, me hacía saberme vivo"
Demos gracias Dios por todo lo que nos regala.
DTB
En este escrito te siento diferente.
Con Cariño
ML
La locura de la que hablas la padecemos todos, pero cada quien se cree cuerdo y considera loco al otro, jajajaj.
ML, tienes razón, y me da mucho gust: fue un escrito que nació en una situación extraña.
¡Gracias, un abrazo!
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