Escucharte
Sergio Pérez Portilla
Hay música en todas las cosas que me rodean: en la risa, en el llanto, en el silencio, en la duda, en la mirada, en los años, en el verde, en el café, en el deseo, en la impaciencia, en el alimento, en el agua, en la lluvia, en el cielo, en el beso, en la historia, en el dibujo, en las frutas, en los otros, en los míos, en las manos, en la tierra, en el aire, en la huella, en la promesa, en el eco…
Cuando despierto percibo las notas, los acordes, la sinfonía. Abro los ojos y la música no es sólo el sonido, sino la luz también, y no pocas veces la música es también la textura, el roce, el sabor que se forma entre el paladar y el corazón. La música es todo un ambiente.
El lenguaje en el hombre era algo necesario, algo que se tenía que dar. La música es este lenguaje sublimado, embellecido. ¿Cómo podría estar sin ella? ¿Cómo podría, música, estar sin ti?
Sergio Pérez Portilla
Hay música en todas las cosas que me rodean: en la risa, en el llanto, en el silencio, en la duda, en la mirada, en los años, en el verde, en el café, en el deseo, en la impaciencia, en el alimento, en el agua, en la lluvia, en el cielo, en el beso, en la historia, en el dibujo, en las frutas, en los otros, en los míos, en las manos, en la tierra, en el aire, en la huella, en la promesa, en el eco…
Cuando despierto percibo las notas, los acordes, la sinfonía. Abro los ojos y la música no es sólo el sonido, sino la luz también, y no pocas veces la música es también la textura, el roce, el sabor que se forma entre el paladar y el corazón. La música es todo un ambiente.
El lenguaje en el hombre era algo necesario, algo que se tenía que dar. La música es este lenguaje sublimado, embellecido. ¿Cómo podría estar sin ella? ¿Cómo podría, música, estar sin ti?
No hay comentarios:
Publicar un comentario