Letras
Sergio Pérez Portilla
Escribo contra toda esperanza.
Quisiera que una tarde de octubre la belleza cotidiana se viera desbordada por una puesta sin igual, y la noche trajera mil luciérnagas en su vestido negro y largo, de mil usos pero siempre nuevo. La mañana siguiente tendría que ser irremediablemente cristalina, y cantaría con luces y abrazaría con la tibieza de la sonrisa del rocío en las alas verdes de las mariposas que no vuelan, que permanecen en el jardín.
Aquellos días de octubre me enseñarían caminos que no conozco y me dejarían transitarlos en silencio, pero contándome con sus colores y formas cómo crecen las ilusiones y maduran los recuerdos. Esos días de octubre.
A decir verdad, hoy escribo porque aún tengo esperanza.
Sergio Pérez Portilla
Escribo contra toda esperanza.
Quisiera que una tarde de octubre la belleza cotidiana se viera desbordada por una puesta sin igual, y la noche trajera mil luciérnagas en su vestido negro y largo, de mil usos pero siempre nuevo. La mañana siguiente tendría que ser irremediablemente cristalina, y cantaría con luces y abrazaría con la tibieza de la sonrisa del rocío en las alas verdes de las mariposas que no vuelan, que permanecen en el jardín.
Aquellos días de octubre me enseñarían caminos que no conozco y me dejarían transitarlos en silencio, pero contándome con sus colores y formas cómo crecen las ilusiones y maduran los recuerdos. Esos días de octubre.
A decir verdad, hoy escribo porque aún tengo esperanza.
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