Pasos de Cuaresma
Sergio Pérez Portilla
Hemos comenzado el andar de la Cuaresma. En este camino, lleno de grandes esperanzas, nos asiste el Espíritu santo, y nos conduce al verdadero centro de nuestra fe: Jesucristo Resucitado. Porque la fe no es solamente creer. Sí, tener fe implica creer, pero no es únicamente eso. Tener fe es adherirse a Dios y asentir a las verdades por Él reveladas (cfr. Catecismo de la Iglesia católica # 150), y su Verdad es Jesucristo, el Verbo de Dios que se encarnó, padeció, murió y resucitó.
Estos días que nos disponen a la Semana santa son días llenos de una gracia particular, especiales momentos del amor de Dios. En estos días podemos sensibilizarnos más a nuestra condición humana, que es frágil pero amada, muchas veces desorientada pero libre por decisión divina, limitada e imperfecta, pero llamada a la plenitud y a la eternidad. Son días de reconciliación e interiorización, de recogimiento: la reconciliación con el hermano a través de la caridad que se manifiesta en el perdón mutuo, el que se pide humildemente, sabiendo que no se merece, y el que se da generosamente, sabiendo que libera, así como del perdón que Dios nos otorga mediante el Sacramento de la Reconciliación o, como aún se le conoce, confesión. También se trata de la interiorización, o recogimiento, porque dentro de cada uno de nosotros está inscrita nuestra verdad: somos hijos de Dios, creación amada, deseada, buscada, sanada y salvada.
En esta Cuaresma estamos invitados a caminar sobriamente, con actitud humilde y con conocimiento de lo que somos, pero con la esperanza de la victoria, con la alegría de la certeza de la Resurrección, con la esperanza de encontrarnos cara a cara con nuestro Redentor y Salvador.
Sergio Pérez Portilla
Hemos comenzado el andar de la Cuaresma. En este camino, lleno de grandes esperanzas, nos asiste el Espíritu santo, y nos conduce al verdadero centro de nuestra fe: Jesucristo Resucitado. Porque la fe no es solamente creer. Sí, tener fe implica creer, pero no es únicamente eso. Tener fe es adherirse a Dios y asentir a las verdades por Él reveladas (cfr. Catecismo de la Iglesia católica # 150), y su Verdad es Jesucristo, el Verbo de Dios que se encarnó, padeció, murió y resucitó.
Estos días que nos disponen a la Semana santa son días llenos de una gracia particular, especiales momentos del amor de Dios. En estos días podemos sensibilizarnos más a nuestra condición humana, que es frágil pero amada, muchas veces desorientada pero libre por decisión divina, limitada e imperfecta, pero llamada a la plenitud y a la eternidad. Son días de reconciliación e interiorización, de recogimiento: la reconciliación con el hermano a través de la caridad que se manifiesta en el perdón mutuo, el que se pide humildemente, sabiendo que no se merece, y el que se da generosamente, sabiendo que libera, así como del perdón que Dios nos otorga mediante el Sacramento de la Reconciliación o, como aún se le conoce, confesión. También se trata de la interiorización, o recogimiento, porque dentro de cada uno de nosotros está inscrita nuestra verdad: somos hijos de Dios, creación amada, deseada, buscada, sanada y salvada.
En esta Cuaresma estamos invitados a caminar sobriamente, con actitud humilde y con conocimiento de lo que somos, pero con la esperanza de la victoria, con la alegría de la certeza de la Resurrección, con la esperanza de encontrarnos cara a cara con nuestro Redentor y Salvador.
2 comentarios:
Hola Sergio!!!
Tiempo de reflexión y de conversión... de preparación para el Triduo Pascual, del encuentro con Cristo resucitado.
Estemos preparados...
DTB
Un abrazo!!!
ML
:D
ML, preparémonos para que también juntos celebremos tan grande fiesta.
¡Un abrazo!
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