Sergio
Pérez Portilla
No
enciendas la luz, deja que la luna invente nuestras sombras, que las pupilas se
dilaten y contraigan, porque ahora no importa la dictadura del tiempo.
No
le digas al presente que justo ahora lo estoy traicionando con un recuerdo
nuestro, de aquellos días de julio, días de soles generosos y de noches cortas.
Es bueno regresar allí con la memoria, y aunque la imaginación me distraiga yo
sigo sabiéndote cerca de mí.
No
enciendas la luz, deja que esta penumbra envuelva nuestras manos, deja que el
mar siga subiendo y que el silencio enmudezca. Deja que el aire corra, pero no
dejes que este momento acabe.