Rebeca
Sergio Pérez Portilla
Rebeca vuela y extiende sus blancas alas, y cuando se ha cansado desciende lentamente sobre el parque, cerca de la fuente, y voltea a todas partes y mira a ninguna, y piensa, sólo piensa en nuevamente volar.
Rebeca es como un listón echado al aire, que dibuja suavemente caprichosas figuras según su humor, según su historia, según su hoy.
Rebeca sueña cuando vuela que un día ya no se cansará más, y no tendrá que curar sus alas, esas alas que son como el rizo de la joven que tiene cabellos dorados y ternura de madre, y una sonrisa que envuelve en un segundo todas las flores y hace un ramo de caricias.
Esta es Rebeca, la Rebeca que conozco, la que siempre gusta de andar volando, y de vez en cuando baja al parque, cerca de la fuente, y voltea a todas partes y mira a ninguna, pero sueña con el día que ya no se cansará más.
Sergio Pérez Portilla
Rebeca vuela y extiende sus blancas alas, y cuando se ha cansado desciende lentamente sobre el parque, cerca de la fuente, y voltea a todas partes y mira a ninguna, y piensa, sólo piensa en nuevamente volar.
Rebeca es como un listón echado al aire, que dibuja suavemente caprichosas figuras según su humor, según su historia, según su hoy.
Rebeca sueña cuando vuela que un día ya no se cansará más, y no tendrá que curar sus alas, esas alas que son como el rizo de la joven que tiene cabellos dorados y ternura de madre, y una sonrisa que envuelve en un segundo todas las flores y hace un ramo de caricias.
Esta es Rebeca, la Rebeca que conozco, la que siempre gusta de andar volando, y de vez en cuando baja al parque, cerca de la fuente, y voltea a todas partes y mira a ninguna, pero sueña con el día que ya no se cansará más.