jueves, 27 de mayo de 2010

Rebeca

Rebeca
Sergio Pérez Portilla

Rebeca vuela y extiende sus blancas alas, y cuando se ha cansado desciende lentamente sobre el parque, cerca de la fuente, y voltea a todas partes y mira a ninguna, y piensa, sólo piensa en nuevamente volar.
Rebeca es como un listón echado al aire, que dibuja suavemente caprichosas figuras según su humor, según su historia, según su hoy.
Rebeca sueña cuando vuela que un día ya no se cansará más, y no tendrá que curar sus alas, esas alas que son como el rizo de la joven que tiene cabellos dorados y ternura de madre, y una sonrisa que envuelve en un segundo todas las flores y hace un ramo de caricias.
Esta es Rebeca, la Rebeca que conozco, la que siempre gusta de andar volando, y de vez en cuando baja al parque, cerca de la fuente, y voltea a todas partes y mira a ninguna, pero sueña con el día que ya no se cansará más.

martes, 11 de mayo de 2010

Dos, uno

Dos, uno
Sergio Pérez Portilla

Beber contigo del agua de los manantiales que la tierra pura nos regala, volar contigo de montaña en montaña, planeando sobre las estepas y planeando sobre los días que nos habrán de llegar. ¿Sabes, mi amor? Tú me haces elegir lo mejor de mí y anhelar dejar a un lado aquello que nos separa, pero lo más bello es que tú también te das completa, no dudas de la sinceridad de mis palabras aunque me has visto caer una y otra vez. Es más, siempre has estado tan cerca de mí que no hay secreto entre tú y yo, aunque no nos conozcamos del todo. Simplemente no ocultamos lo que somos, pero nos vamos descubriendo cada día.
Soñar contigo y soñar de ti, dormir a tu lado y despertar más unidos todavía. Caminar y descansar, hablar y escuchar, callar a la vez, gritar a una voz, cantar melodías en tonos mayores, alegres nostalgias e inquietos atardeceres. ¿Sabes, mi amor? Intento que seas tú, no que seas como yo, y tú haces lo mismo al dejarme ser yo y no pedirme ser como tú. Por eso existe el diálogo, porque somos diferentes y, más que complementarnos, nos perfeccionamos con el encuentro constante.
¿Sabes, mi amor? Te amo.

martes, 4 de mayo de 2010

Paradojas

Paradojas
Sergio Pérez Portilla

Me hubiese gustado ser feliz contigo, verte recostada sobre una manta delgada en la mitad de un jardín, rodeada de orquídeas y alcatraces. Habría volcado sobre ti la ternura del aleteo de las mariposas, y te habría cubierto de nubes blancas, rebosantes de versos.
Me hubiese gustado despertarte con el sol y arrullarte con las estrellas, y habría sido hermoso verte con tu vientre abultado, creciendo cada día junto con nuestras ilusiones de terciopelo.
Si se pudiera elegir, habría elegido tus mismos ojos, tu mismo pelo, tu misma voz y tu misma sonrisa, y sólo habría cambiado el día que nos conocimos: habría elegido haberte conocido en la eternidad. Sí, es seguro, me hubiese gustado no tan sólo vivir contigo y hacerte feliz, y serlo yo por estar contigo y dejarme ser como soy; además me habría gustado morir contigo, morir cada noche hasta el ocaso de nuestras vidas, dos vidas distintas que se amaron tanto hasta hacerse una. Habría vivido y muerto contigo, pero decidiste morir antes y dejarme aquí con todos estos sueños.
Ahora vivo y muero porque estoy solo, ahora muero y vivo porque no estás aquí.