viernes, 26 de marzo de 2010

Mi abril

¿Y si no fuera Abril?
Sergio Pérez Portilla

Nos detuvimos y bajó del auto, ya sin decirme nada. La seguí extrañado. Ella comenzó a caminar y luego a correr, y yo pensé en gritarle, pero sabía que no me escucharía. Se adentró en el pastizal, y yo a cierta distancia de ella, mas ahí fue donde comencé a darme cuenta de qué era lo que hacía. Así era ella, así era Abril.
Sabía que lo haría, y lo hizo: volteó a verme y me regaló la sonrisa más hermosa que puede alguien tener. La emoción me hizo incluso sonrojar, pero ella lo había hecho mil veces antes con mil detalles más, y simplemente la amé. La seguí ya sin preocupación, hasta que llegó a la mitad del campo.
Recordé muchos momentos que habíamos compartido, abrazos, historias, juegos, caras tristes, risas, y tantos más. Pero no recordaba haber visto una escena como esa: ella, mi Abril, parada de frente al sol, abrió los brazos y le habló al lucero del día. Le dijo que era hermoso y le agradeció lo que obsequiaba a todos en este mundo. Y yo permanecí allí, detrás de ella, tratando de aprender su figura, pero también tratando de ver con sus ojos y sentir con su corazón. Me repetí que así era ella, que así era mi Abril.

Sábado por la tarde

Sábado por la tarde
Sergio Pérez Portilla

Así, recostada en mi pecho, sé que puedes escuchar el corazón que, embravecido unas veces, danzante otras, late para ti. Intento contener la respiración para que te sea más nítido el golpeteo, e intento besar tu frente y oler tu pelo.
Tus ojos cerrados podrían engañarme y hacerme creer que estás dormida, pero te conozco y sé que estás viajando en tus ideas, imaginando en un momento jardines coloridos y al siguiente decidiendo qué cenar. Eres el caos que me atrajo dentro de su locura.
Hay en la mesa de centro un par de cartas que nos enviaron nuestros amigos de la secundaria, y esperan ser leídas, pero no veo ni una pequeña probabilidad de que dejemos el sofá para abrir sobres y desdoblar hojas. Preferimos, estoy seguro, seguir descansando así, seguir disfrutando así.

jueves, 18 de marzo de 2010

Irene

Irene
Sergio Pérez Portilla

Cuando Irene habla, todos los corazones laten lentos. Irene es caudal de tranquilidad y sosiego.
Cuando Irene ríe, los oídos prestan atención a la música que impregna y viaja con el aire fresco. Así es Irene.
Me gusta tu porte, Irene, disfruto tanto de tu presencia, que con tu silencio me inquieto y te sigo afanosamente. Ojalá todos disfrutaran de ti como lo hago yo.
Podría buscar mil palabras y no encontrar las adecuadas que usaría Irene para calmar los enardecidos corazones, para suavizar los ásperos momentos.
Irene es virtud, idea concretada, acción pensada, es firmeza gentil. Irene es musa perenne, es el mejor instrumento.
Irene es la paz.

sábado, 13 de marzo de 2010

Amistad

Bien dicho
Sergio Pérez Portilla

¡Cómo te he extrañado! ¡Cómo te he seguido con la mirada y cómo te he tenido en mente, apenas a dos pasos de ti! Siento que me falta tu eternidad y que me sobra mi tiempo, y simplemente me siento incompleto, inacabado, incomprendido, incendiado de anhelos de paz.
Si pudiera, te borraría de la historia y te pintaría en el aire, y correría tras la estela aromática de las frutas hasta encontrarte en las semillas y en las flores, en las nanas y en la escarcha, en la llama de las veladoras que acompañan mi oración. Si pudiera, ja, como si pudiera. Mas aunque pudiera, no querría, me lo reclamaría el día que te conocí, me gritaría mi viajero corazón, me arrastraría mi sangre justo a tu lado, y me haría postrarme de gusto puro.
Amigo mío, nunca has dejado de decir bienes para mí, de bendecirme. Buen amor el que me haces sentir al tocar mi vida, al sanarla, al llevarme con tu voz. Amigo mío, no hay nada más real y más bueno que tu amistad.

jueves, 11 de marzo de 2010

Presencias

Presencias
Sergio Pérez Portilla

Hay sueños que no mueren, que ni el día con los trinares ni el tiempo con su impaciencia pueden borrar. Son aquellos que cuando despiertas te hacen sonreír y te gusta recordar una y otra vez, calculando los detalles, apuntándolos en la imaginación. Son sueños que respiras y que bebes mientras caminas, son sueños que tocas cuando te detienes frente a un gran parque, lleno de árboles y de flores.
Estos sueños viven más cuando has despertado que al momento de soñarlos, porque no son ya un capítulo onírico, sino un intento de realidad. Los saboreas a la distancia, pero quieres acercarte a ellos. No es tu mano la que se estira, es tu vida la que se anima a ir hacia adelante.
Hay ciertos sueños que todos deberíamos soñar.