martes, 30 de junio de 2009

Me preguntas

Mi respuesta
Sergio Pérez Portilla

Por la perfecta expresión que encuentro en ti al atardecer, por tu pelo que cae en tus hombros, cascadas oscuras de luz invernal, por tus ideas sobre la vida, brisa y tormenta, genio y necedad, por tus mejillas encendidas y por tus pasos a veces tan inciertos, por tus manos que no se resisten a las mías, ¡y bailan con ellas!
Por las horas que hemos pasado sentados, esperando, viendo, escuchando, queriendo, consiguiendo, planeando, derrumbando, callando.
Por las llamadas, como la de esta mañana, que me liberan y me hacen sonreír, que me emocionan y me ponen eufórico, y por las noticias que aún hoy, después de tantos versos, me siguen tomando por sorpresa.
Por tu forma de abrazarme, por tu manera de acariciarme, por tus intentos fallidos y por tus batallas que me envuelven.
Pero sobre todo, así, así de verdad, sobre todo porque estoy seguro que sin ti no sería yo, sin ti no me podría explicar, sin ti no sabría qué escribir. Por ti.

jueves, 25 de junio de 2009

¿Sabrá?

Pausa
Sergio Pérez Portilla

La encontré libando, ocupada y despreocupada. La vi por siglos y por siglos me sedujo, y su falta de premura me mostró sin dilación la sabiduría eterna. ¡Cómo me cuesta disfrutar lo que tengo! ¡Cómo me obstino por volar y no por saborear mis pasos!
Seguí viéndola en su rito, ¡qué grandeza hacer de un acto tan común un momento tan sublime! ¿Habrá notado ya mis pensamientos? ¿Sabrá que su figura engalana y adorna el espacio? ¿Sabrá que escribo por ella? ¿Sabrá que me ha conquistado?
Ha terminado de beber, sólo ha tomado lo suficiente, ni un poco más. Ahora se prepara para volar. ¿Y yo? Creo que practicaré lo aprendido. Sublimaré lo común, me ocuparé de lo mío en lo justo, adornaré con mis actos el espacio, disfrutaré esta pausa… y después me prepararé para volar.

miércoles, 24 de junio de 2009

Como la primera vez

Perceptio
Sergio Pérez Portilla

Cada vez que oigo tu voz vuelvo a enamorarme de ti, regresan los nervios y las sonrisas espontáneas, la respiración entrecortada y el gusto por soñar despierto, cada vez que oigo tu voz vuelvo a ilusionarme…
Tu voz es melodía de las montañas, es armonía de tus ancestros, herencia de las noches que ocultaron las lunas y las cambiaron por eras, es el eco del océano, del mar que llega a la playa, es néctar y savia, es motivo de mis intentos.
Tu voz en la mañana cura mis desvelos, calma mis dolencias y extravía y recupera mis navíos. Tu voz de manantial me cautiva y me libera, me ilumina y me eleva, me regala huertos, trinos, frutos, delicias, portales, juegos y primaveras.
Por oír tu voz podría esperar lo doble de lo que me pides, si estuviera seguro de escucharte después. Pero preferiría que no cesara tu voz de llenar la casa, que no cesara de maravillar mi vida, que no dejara de avivar mi pecho, que no acabara de dibujar la línea. Preferiría oír tu voz, y así volver a enamorarme de ti.

lunes, 22 de junio de 2009

¿Nostalgias?

Mía
Sergio Pérez Portilla

Cuando eras mía, yo era para ti. Tú soñabas y yo estaba ahí, dentro, en tus sueños, y fuera, viéndote dormir. Caminabas y yo lo hacía a tu lado, y te veía de reojo, y me gustaba ver tu rostro despreocupado, atento a nada y a todo.
Cuando eras mía escribir resultaba fácil, respirar era sencillo, casi natural. Tocabas la lluvia y nacía el arcoíris, dibujabas con tu presencia cometas en la noche, fugaces tintineos de copas rebosantes anunciaban tu llegada, y tu halo se expandía diligente.
Cuando eras mía tus secretos no me pesaban, sabía que no me ocultarías tus emociones ni tus deseos, y que nunca guardarías estrellas ni universos. Cantabas con desenfado y me hacías feliz de serlo tú, las flores poblaban la casa y el invierno jamás importó.
Cuando eras mía y estabas conmigo te hablaba del hoy y del mañana, más que del ayer, como lo hago ahora, ahora que ya no estás aquí, ahora que ya no eres parte de mí.

jueves, 18 de junio de 2009

Abrazos

Sentado
Sergio Pérez Portilla

Es tarde, seguramente las calles están desiertas, y el agua se ha encargado de lavar los pasos y las hojas que por la mañana tapizaban el parque. Tu silencio, como de costumbre, me dice muchas cosas, y aunque tú trates de negarlo, sé que te estás esforzando por no hablar.
Sé que te duele, y me gustaría que supieras que también a mí me está haciendo mal.
Deseo respetar tu silencio, pero me cuesta tanto decirle a mi pecho que respire con normalidad, a mi pierna derecha que deje de moverse inquieta, a mis lágrimas que no sigan intentando salir, que sé que de un momento a otro dejaré este sillón y te abrazaré, y haré que dejes de ver a través de la ventana, y rogaré a tus ojos que me den de su luz y de su magia. Sé que de un momento a otro me levantaré e iré a abrazarte, porque te amo.

martes, 16 de junio de 2009

Para ti

Declaración
Sergio Pérez Portilla

Podría contarte mil y un cuentos para que la noche pasara y para que la luna durmiera si ello me diera un segundo más contigo, podría hacerlo.
Sin gran esfuerzo arrancaría espadas de piedras y secretos de tumbas si con eso te mereciera, no tengo duda.
Incluso sería capaz de beber oscuros brebajes de cicuta manchados de injusticia, si tu verdad llegara a mí de esta forma.
Blandiría espadas y capas, no importando la prisión consecuente, si el viento y las tormentas te trajeran a mi lado.
Y el último día de mi vida, contendría la respiración para que mi último aliento no se diera, si de esta forma pudiera verte a mi lado en el final del camino que quiero iniciar contigo hoy…

lunes, 15 de junio de 2009

Lugares

Encima de la tierra húmeda
Sergio Pérez Portilla

Vi el río y me dirigí hacia él, bajando la pendiente con cautela, seguido por mi sombra y por las ganas de refrescarme. Me situé bajo un mango y puse una rodilla sobre la tierra ribereña, húmeda y más oscura pero ya con olor a vida, y mi mano sujetó una roca grande para que el equilibrio no me fallara. Hacía muchas horas que callaba, pero sólo en ese momento pude además escuchar. La carrera veloz de las gotas que se hicieron un único ser con miles más de ellas, anónimas apresuradas, buscadoras de un lugar que no las espera, sonaba como la lluvia intensa que cae y resbala por las faldas de la sierra.
El buen árbol que me brindaba un poco de frescura no estaba solo. En él un pájaro de tonalidad oscura me miraba receloso, moviéndose de una rama a otra con graciosa agilidad. Lo vi durante un par de minutos y después dejé de hacerlo, pues ya mis brazos se estiraban para tocar el agua sin color que reflejaba como piedra preciosa los rayos del sol. Llevé de ese líquido, ayudado por mis manos, un chorro a mi rostro, y luego otro a mi nuca. Lentamente el bochorno fue siendo menos, aunque no desapareció. Pero me sentí satisfecho, elogiando mi decisión de haber bajado ahí.
Al enderezarme hice un movimiento brusco que espantó al pájaro de tonalidad oscura: él comenzó su vuelo decidido y valiente, y ya nada pude hacer. Pero sí me dije que éramos muy parecidos. A final de cuentas, yo estaba ahí sólo de paso, igual que él.


jueves, 11 de junio de 2009

Recuerdos

Visitas
Sergio Pérez Portilla

Al pie de las escaleras el polvo había encontrado un excelente lugar de reposo, y con él un buen número de telarañas. Hace ya tanto tiempo desde la última vez que estuve aquí, pero todo es tan, no sé, tan parecido, que por un momento me estremezco y el recuerdo de los días de mi infancia dilatan mis pensamientos.

Subo con cuidado, y me dirijo a la que fuera mi habitación. Vacía. Un par de hojas sueltas, quizá dos o tres pedazos de plástico y metal que en otro tiempo fueron de utilidad, pero hoy ya no. Me inclino y toco el suelo, lo limpio con mis yemas, y sin dejar de hacerlo, volteo hacia la lámpara que cuelga, vencida ya por los años y por la soledad. Sonrío.

Bajo con más calma de la necesaria volteando a derecha e izquierda, y la veo ahí, ligeramente fuera de la casa, ni quieta ni impaciente. Me sonríe como yo lo hice antes, y me pregunta cómo me siento. Lo pienso unos segundos antes de responder, pues no quiero hacerlo como acostumbran los que no lo piensan y soltarle sin más un bien, cuando en realidad la verdadera respuesta es otra. Y le digo que me siento extraño, que esta visita casual me dijo mucho más de lo que le diría a cualquier otro que se interesara por entrar en las estancias y andar por los corredores del número 34 de la calle principal, pero que me dijo muy poco acerca de quién soy ahora. Claro, me marcó, eso es definitivo, pues aquí estuvimos mis padres, mis hermanos y yo. Pero no lo hizo lo suficiente como para que no quisiera salir por la nostalgia o por la identificación mutua. Una gran etapa, lo admito, pero sólo una etapa.

Hoy tengo otro lugar que me acoge, y mi familia ha crecido tanto que, incluso sabiendo que ya algunos se han ido, me siento perfecto con lo que tengo y lo que soy, me siento feliz. Le digo que gracias a ella y al que nos puso en el mismo camino he podido enfrentar miedos y tribulaciones, todas las vicisitudes de esta historia, y que eso me hace sentirme pleno.

La invito a subir al auto, le hago una caravana que le roba una sonrisa y la vieja broma, dicha tantas veces pero siempre oportuna, y ella sube y me espera. Me dirijo al lado del conductor y, justo cuando abro la puerta, escucho las risas de unos niños, las voces de unos padres y el calor y la luz de una casa viva. No quiero voltear, porque sé que está allí, dentro de las paredes despintadas y el polvo de años, y prefiero recordarla como en sus mejores tiempos, cuando en ella me sentía seguro. Subo y sigo sin voltear, pero voy contento porque tengo todo lo que necesito, y soy quien debo ser.

miércoles, 10 de junio de 2009

Ronda

Horas
Sergio Pérez Portilla

Cantaré con las estrellas que guardan los secretos del universo, con las luciérnagas que no cesan de jugar entre la hierba y el sendero, con la nocturna caricia del ambiente que prodiga humedad. Brillará entre las luces tu vuelo y tú, con tu velo, mirarás hacia al sur, como lo hago yo. Llorarás de felicidad, y de tus lágrimas al tocar el suelo nacerán las flores más libres, las de aroma a victoria y entrega.
Yo seguiré cantándote, contemplando tu andar sobre las nubes, y el alba traerá cascadas de nuevos sueños, la sed se saciará con el dulce rocío que las hojas guardarán, el recuerdo será memoria que construye nuevas calzadas, más rectas, más llanas.
Y cerca del mediodía, cuando ya sobre nosotros esté el astro que envuelve con su luz mares y tierra, callará mi canto y se convertirá en guarida de tus ojos, en refugio de tus manos, en destino de tus labios.

domingo, 7 de junio de 2009

Todo pasa... esto también pasará

Días oscuros
Sergio Pérez Portilla

Jamás me había hecho tanto daño ver la luna como en esta noche, tan plena, tan blanca, tan pura. La desazón me embarga, y de hecho se va llevando con cada segundo un poco de la perfecta simpleza de estar junto a la persona indicada. Antes me perdía en la luna, pero al menos ella es mensurable; hoy me pierdo en el espacio infinito, y sé que ahora sí estoy en problemas. Me han recordado que mis actos y yo somos contingentes, pero se les olvidó decir que desde que existo dejé de ser una posibilidad, y soy una realidad, un ser que influye, que crea y destruye, que co-incide.
Me han vuelto un proscrito, pero la historia lo ha enseñado: se está donde se pertenece, no donde existe el confinamiento. Y yo pertenezco a tu mundo, no a esta prisión con rejas imaginarias, con límites que ha impuesto la palabra. No sé cuánto tiempo pasará, pero tengo toda mi vida dispuesta a que se dé el momento justo de verte y decirte lo que en realidad eres para mí.
Allá va la luna, y sigue hinchada de sano orgullo, y sigue reflejándose en el mar, en las ventanas, en sus ojos, en la sonrisa de niña que vive en su rostro. Allá va y me sigue haciendo daño.

Traducción

Un nuevo obsequio de Lupita: la versión de Adelante, a la luz en inglés. Gracias de nuevo, gracias siempre.



Ahead
Sergio Pérez Portilla
Traducido por Lupita García


I'm trying to follow your steps, learn them, feel them, imagine them, but each time I come closer to you, you take me back to the beginning, where hope is just darkness, where I can't see what I wish, where I can’t wish what I don’t see, where you and I are strangers, pilgrims in unknown lands, where there is no sea which embraces us, where there is no common history.
I'm waiting to know about you as the rain waits to touch the sand. I'm waiting to listen your singing without notes but with an immaculate honesty which I've heard nowhere.I'm waiting to touch your hands, kiss your lips, smell your hair, close my eyes for a second and when open them, realize you are still there, looking at me and my suggestive madness.I'll keep on trying, I swear I'll do. I'll be discreet but constant, patient and dedicated. I only hope that the wind continues holding my hand with the leaves without falling.

miércoles, 3 de junio de 2009

Lugar para dos


Cuando llegues
Sergio Pérez Portilla

Esperaré los días que sea necesario esperar, en el mismo lugar y a la misma hora, porque sé que un día volverás a pasar por aquí. No me agrada saber que tu historia es paralela a la mía, quisiera que un día nuestros mundos se cruzaran, y que al hacerlo no hubiese un choque sino un encuentro decidido, fuerte pero gentil, deseado, sincero.
Te llamaré mientras llueve, mientras sopla el viento, mientras tenga voz, mientras tenga fuerzas. Te soñaré despierto y trataré de hacerlo al dormir. Te pensaré seguro, inquieto, nervioso, preocupado.
Te pediré que olvides los prejuicios, y también lo haré yo. Te exigiré que recompenses las horas que te he dedicado, y que lo hagas con un beso. Te ofreceré lo poco que he hecho, y lo mucho que puedo hacer.
Te dedicaré cada una de mis letras, te cantaré mientras tú enciendes una vela y la colocas en la mesa de centro, al estar ambos sentados en la alfombra.
Aprenderé tu nombre y nunca lo olvidaré, y lo diré todos los días, todos los días lo diré, siempre junto a un te amo.

lunes, 1 de junio de 2009

De vientos

Para ese viento impetuoso que cambió mi vida

Viento libre
Sergio Pérez Portilla

Encuentro tanta belleza en tu figura al bailar, viento pequeño, que embelesado por verte el tiempo me es indiferente, y no hay más sonido que tu naturalidad. Te veo e intento no distraerme, no quiero perderte, no permito ni un parpadeo, no quiero nada más que seguirte en tu vaivén.
Olas invisibles mueven las hojas y llevan las semillas que fecundarán la tierra. No tiene límites tu presencia, tu existencia es libertad, y las fronteras son más bien impuestas, no estaban ahí cuando todo empezó. Pero tú las ignoras, porque sabes que eres más que ellas, líneas en una hoja multicolor, muros de fríos materiales, mientras que tú eres vida.
Los días te reciben, la noche te esconde, pero aquí estás. No hay que desesperar, te digo, y tú me ves y me dices con tu brisa que vaya contigo. No importa nada, pienso, sólo que vayamos los dos, libres, alegres, tranquilos, liberando y haciendo felices a los demás.